Ahora lo entiendo. ¡Qué maldito! Aún no puedo creerlo. Tanto tiempo para esto... ¿y fallé?
Te contaré mi historia.
Cuando era pequeña, vivía en los suburbios estadounidenses. Mi familia era una de las mejores estafadoras de toda América, mi padre guardó el secreto durante años.
Lentamente fuimos ganando, y todo lo que ahorramos luego de vivir en una casa “normal” lo utilizamos en comprar algunos campos, con grandes mansiones. En ella cumplí mis trece años y por supuesto, llegada esa fecha, exigí saber la verdad, no era más una niña como para tragarme la simple idea de que mis padres trabajaban en empresas cuando no mencionaban qué parte de ellas.
Me confesaron la verdad y todas sus tácticas para llevar a cabo aquel difícil, pero algo elegante, trabajo. Y, para ser sincera, con lo lujuriosa y pretenciosa que soy, lo aprobé.
Era hija única, por lo que al cumplir mis dieciséis años, me obsequiaron otra inmensa casa, con un gran jardín, para que los festejara allí y pudiera estar a compañía de mi conciencia cuando quisiera.
Ese mismo año, en el instituto donde estaba estudiando, entró un joven, el cual se apoderó de mi atención. Era apuesto, elegante, inteligente y algo misterioso. Mi madre conocía su familia, porque también vivían de la misma manera que yo.
Dada la ocasión, las dos familias nos comenzamos a amigar cada vez más y más.
Cumplí mis dieciocho años y me fui de viaje de estudio con mi mejor amiga, la cual quiso unirse a mi modo de vida. Por supuesto, ella tenía todo lo que se requería para este “trabajo” (fuerza, coraje y, por supuesto, nervios de acero). Al volver, mi familia y los amigos de ella nos dieron una gran bienvenida. Por supuesto, aquel joven estuvo presente.
Como toda escritora recién graduada, publiqué mi primer novela, titulada Trampas. La cual aparentaba mas a ser mi autobiografía, con una continuación inventada que un cuanto de aficionados. Se lo dediqué a mi padre, me costó un gran esfuerzo y fui muy cuidadosa en no dar pista correcta.
A los dos meses, aquel muchacho se acercó a mí para felicitarme por mi obra, aunque en realidad, hizo un comentario que no me agradó mucho:
- Si crees que el personaje de tu novela es la mejor estafadora de América, he de advertirte que estás muy equivocada. Aún no me conoces.
Eso me dio bronca. ¿Quién se creía que era? … aquel día me prometí que haría que esas palabras se convirtieran en un error.
Así fue como lo atraje a mí, y dio un resultado muy efectivo. A los dos años, nos casamos y acabábamos de volver de nuestra luna de miel, pero nunca cedió y siempre dijo que nadie lo podría superar.
Ya tenía todo planeado y arreglado. Tenía a mi lado a quienes creía que eran todos los que necesitaba. Tenía un plan B y varias vías de escape.
Ayer desperté a las cuatro de la mañana. Arreglé los pequeños detalles pendientes, y cuando me disponía a partir, le deje un cartel bajo mi almohada que decía:
<<>>
A las cinco ya estada dispuesta a partir, cuando quise echarle una mirada a mi esposo. La sorpresa me dio un escalofrío que subió por toda mi espalda apoderándose de mí. No estaba donde lo había visto la última vez. Me di media vuelta, para intentar oír sus pasos o algún indicio de su presencia, aunque solo logré percatarme de algo. Me quede petrificada, no pude contenerme cuando me caí sentada al piso, asustada, y ahí me quedé.
Todo el empapelado de la pared estaba rasgado con un mensaje en el:
<<>>
No entiendo cómo logró tenderme aquella trampa.
Julieta Pulido
Triste realidad
Hace 11 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Este blog no admite comentarios ofensivos ni agresivos.